Alguna vez hemos tenido la oportunidad de ver el alba, ese momento del día en el que, aún en la oscuridad, empiezan a mostrarse los primeros rayos del sol, creándose en el cielo todo un espectáculo de luces y formas que nos anuncian la llegada del astro rey, al cual esperamos para iniciar nuestra jornada. Algo así es el Adviento.
El Adviento es el tiempo litúrgico de preparación para la Navidad, el nacimiento de Cristo, la llegada del Salvador. Adviento significa “que viene”, “que ya llega”.
Podríamos compararla a una espera muy especial. Quizás cuando vamos al aeropuerto o a un terminal de buses a encontrarnos con esa persona especial que no vemos hace tiempo. Más propiamente, podemos comparar esta espera a la de un hombre que en instantes se convertirá en padre de familia, y siente que ya llega el momento y se prepara para él.
El Adviento se inicia las primeras vísperas del domingo 30 de noviembre o el más próximo a éste, y se extiende hasta antes de primeras vísperas de la navidad. Consta de dos partes, en la primera, hasta el día 16, reflexionamos acerca de la parusía, la segunda venida de Cristo. En la segunda parte, el resto del tiempo, nos preparamos específicamente para la Navidad.
Prepararnos para cuando el Señor llegueEl Adviento dedicado hacia la parusía nos permite alistarnos para recibir a Cristo cuando venga por segunda vez. A esta segunda llegada se le llama parusía. Si bien nuestro mundo está en medio de las tinieblas, es nuestro deber como cristianos preparar el camino para que todos sepan y vivan sabiendo que Cristo nos ha salvado.
Ésta tarea no es sencilla. Para ella debemos estar muy bien preparados, formándonos según el magisterio de la Iglesia y ofreciendo un testimonio de vida ejemplar, osea, siendo cristianos ejemplares, mirando dentro de nosotros y descubriendo dónde es que Cristo necesita entrar más en nosotros.
El otro aspecto de nuestra preparación en el Adviento es la navidad. Los cristianos debemos reflexionar acerca de todo el tiempo que el pueblo de Israel esperó con ansias la llegada del Mesías, desde los profetas (Abraham, David, Isaías, Jeremías y Ezequiel) y cómo, precisamente, esta llegada se llevó a cabo con una serie de sucesos: la anunciación, la aceptación de María al encargo del ángel, la ciega fidelidad de José, la falta de posada justo en el tiempo del parto, etc.
Lamentablemente el Adviento y la misma Navidad son opacadas por el ambiente comercial. Por ello, debemos dedicarnos más a formar nuestra espiritualidad, que es con la que nos formamos. Lo material siempre pasa y queda.
Los Personajes del AdvientoLos personajes de mayor referencia para el Adviento son el profeta Isaías, San Juan Bautista y la Virgen María.
Isaías es el profeta que anunció la llegada del Mesías: La joven está embarazada y dará a luz un varón a quien le pone el nombre de Emmanuel, es decir: Dios-con-nosotros. (Isaías 7, 14). Isaías anuncia la devastación del pueblo de Israel (que será llevado como esclavo) y que luego será liberado por su rey. Incluso, ante el desinterés de su pueblo por la salvación. evoca la original figura del buey y el burro en el pesebre: “El buey conoce a su dueño y el burro el pesebre de su señor; pero Israel no me conoce, mi pueblo no comprende”. Isaías predica que Cristo nacerá, aunque muchos no le crean.
San Juan Bautista precede la presencia de Cristo, y anuncia que el Señor está en medio de su pueblo, aunque éste no lo quiere reconocer: «Yo bautizo con agua, pero en medio de ustedes hay uno a quien ustedes no conocen, y aunque viene detrás de mí, yo no soy digno de soltarle la correa de su sandalia.» (Juan 1, 27). San Juan anuncia la próxima redención del mundo por su salvador. Su petición de conversión la dedica sólo a ese fin: “Yo no lo conocía, pero mi bautismo con agua y mi venida misma eran para él, para que se diera a conocer a Israel... Sí, yo lo he visto; y declaro que éste es el Elegido de Dios” (Juan 1, 31 – 34).
Finalmente, la Virgen María es el modelo de la espera. Israel esperó por siglos la aparición del Mesías, y María fue la escogida para que esta espera culmine en cuestión de meses: “No temas, María, porque has encontrado el favor de Dios. 31 Concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, al que pondrás el nombre de Jesús. 32 Será grande y justamente será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de su antepasado David; 33 gobernará por siempre al pueblo de Jacob y su reinado no terminará jamás” (Lucas 1, 33 – 34). Por su papel, María está presente en todo el Adviento a través de diferentes elementos marianos: la fiesta de la Inmaculada Concepción, los textos litúrgicos en los que ella es la protagonista, la aceptación a realizar la misión.
Si vivimos el Adviento como debemos hacerlo, tomando en cuenta sus elementos y personajes, la Navidad no será opacada por el consumismo, sino que se convertirá en un tiempo familiar y litúrgico lleno de bendiciones.El Adviento: tiempo de espera, tiempo de ser pacientes, de prepararnos para recibir al Señor. ¡Maranatha!, ¡Ven!, ¡Ven Señor Jesús!
El Adviento es el tiempo litúrgico de preparación para la Navidad, el nacimiento de Cristo, la llegada del Salvador. Adviento significa “que viene”, “que ya llega”.
Podríamos compararla a una espera muy especial. Quizás cuando vamos al aeropuerto o a un terminal de buses a encontrarnos con esa persona especial que no vemos hace tiempo. Más propiamente, podemos comparar esta espera a la de un hombre que en instantes se convertirá en padre de familia, y siente que ya llega el momento y se prepara para él.
El Adviento se inicia las primeras vísperas del domingo 30 de noviembre o el más próximo a éste, y se extiende hasta antes de primeras vísperas de la navidad. Consta de dos partes, en la primera, hasta el día 16, reflexionamos acerca de la parusía, la segunda venida de Cristo. En la segunda parte, el resto del tiempo, nos preparamos específicamente para la Navidad.
Prepararnos para cuando el Señor llegueEl Adviento dedicado hacia la parusía nos permite alistarnos para recibir a Cristo cuando venga por segunda vez. A esta segunda llegada se le llama parusía. Si bien nuestro mundo está en medio de las tinieblas, es nuestro deber como cristianos preparar el camino para que todos sepan y vivan sabiendo que Cristo nos ha salvado.
Ésta tarea no es sencilla. Para ella debemos estar muy bien preparados, formándonos según el magisterio de la Iglesia y ofreciendo un testimonio de vida ejemplar, osea, siendo cristianos ejemplares, mirando dentro de nosotros y descubriendo dónde es que Cristo necesita entrar más en nosotros.
El otro aspecto de nuestra preparación en el Adviento es la navidad. Los cristianos debemos reflexionar acerca de todo el tiempo que el pueblo de Israel esperó con ansias la llegada del Mesías, desde los profetas (Abraham, David, Isaías, Jeremías y Ezequiel) y cómo, precisamente, esta llegada se llevó a cabo con una serie de sucesos: la anunciación, la aceptación de María al encargo del ángel, la ciega fidelidad de José, la falta de posada justo en el tiempo del parto, etc.
Lamentablemente el Adviento y la misma Navidad son opacadas por el ambiente comercial. Por ello, debemos dedicarnos más a formar nuestra espiritualidad, que es con la que nos formamos. Lo material siempre pasa y queda.
Los Personajes del AdvientoLos personajes de mayor referencia para el Adviento son el profeta Isaías, San Juan Bautista y la Virgen María.
Isaías es el profeta que anunció la llegada del Mesías: La joven está embarazada y dará a luz un varón a quien le pone el nombre de Emmanuel, es decir: Dios-con-nosotros. (Isaías 7, 14). Isaías anuncia la devastación del pueblo de Israel (que será llevado como esclavo) y que luego será liberado por su rey. Incluso, ante el desinterés de su pueblo por la salvación. evoca la original figura del buey y el burro en el pesebre: “El buey conoce a su dueño y el burro el pesebre de su señor; pero Israel no me conoce, mi pueblo no comprende”. Isaías predica que Cristo nacerá, aunque muchos no le crean.
San Juan Bautista precede la presencia de Cristo, y anuncia que el Señor está en medio de su pueblo, aunque éste no lo quiere reconocer: «Yo bautizo con agua, pero en medio de ustedes hay uno a quien ustedes no conocen, y aunque viene detrás de mí, yo no soy digno de soltarle la correa de su sandalia.» (Juan 1, 27). San Juan anuncia la próxima redención del mundo por su salvador. Su petición de conversión la dedica sólo a ese fin: “Yo no lo conocía, pero mi bautismo con agua y mi venida misma eran para él, para que se diera a conocer a Israel... Sí, yo lo he visto; y declaro que éste es el Elegido de Dios” (Juan 1, 31 – 34).
Finalmente, la Virgen María es el modelo de la espera. Israel esperó por siglos la aparición del Mesías, y María fue la escogida para que esta espera culmine en cuestión de meses: “No temas, María, porque has encontrado el favor de Dios. 31 Concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, al que pondrás el nombre de Jesús. 32 Será grande y justamente será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de su antepasado David; 33 gobernará por siempre al pueblo de Jacob y su reinado no terminará jamás” (Lucas 1, 33 – 34). Por su papel, María está presente en todo el Adviento a través de diferentes elementos marianos: la fiesta de la Inmaculada Concepción, los textos litúrgicos en los que ella es la protagonista, la aceptación a realizar la misión.
Si vivimos el Adviento como debemos hacerlo, tomando en cuenta sus elementos y personajes, la Navidad no será opacada por el consumismo, sino que se convertirá en un tiempo familiar y litúrgico lleno de bendiciones.El Adviento: tiempo de espera, tiempo de ser pacientes, de prepararnos para recibir al Señor. ¡Maranatha!, ¡Ven!, ¡Ven Señor Jesús!